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Primero que nada quiero decirte que he tenido descuidado este espacio por los últimos meses ya que he estado concentrado en terminar mi tercer libro. Ya está listo y pronto sabrás de él.

Hoy escribo después de varios días bajo el impacto de unas acusaciones hacia mí. Obviamente no voy a entrar en ciertos detalles ni voy a mencionar nombres ni vínculos. Lo relevante es lo aprendido y no el chisme “farandulero”

Para mi sorpresa, ya que no me lo esperaba, he sido y estoy siendo acusado y tratado como “desconfiable”. Para esta persona, yo no soy de fiar.

Obviamente, cada persona tiene el derecho de armarse el juicio que quiere y puede sobre el otro. Esta persona tiene todo el derecho de no confiar en mí. Eso tan normal como el hecho que yo no confíe en ciertas personas.

Pero lo bizarro de estas acusaciones de “desconfiable” son los motivos.

Primero comienzo diciendo que el ser “confiable” es uno de mis valores más preciados. Estoy consciente que no lo soy al 100% porque soy humano y tengo mis inconsistencias, dudas, incongruencias y por ende, mando señales diversas y a veces hasta contradictorias.

También estoy consciente que trato al 100% de hacerme cargo de las consecuencias de esas inconsistencias y busco recuperar cualquier daño que pueda haber hecho.

Acepto que no tengo que gustarle a todo el mundo, pero que se desconfíe abiertamente de mí… Uyyy, eso si me dolió.  No lo esperaba y además rompió con buena parte de mi discurso y filosofía sobre la confianza.

Quiero escribir sobre esto para aclarar mis ideas y al compartirlo contigo, veas que puedes aprovechar.

Antes de seguir, aclaro que siempre he creído que el comportamiento correcto y transparente genera unos antecedentes sólidos que permiten prever futuros comportamientos. Si yo soy confiable porque cumplo nuestros acuerdos, evito recurrir a las mentiras y excusas, me suelo disculpar y acepto las responsabilidades que sean necesarias para enmendar los daños que mi comportamiento ha causado, creo que merezco que sigas confiando en mí hasta que de manera reiterada te demuestre que ya no lo soy.

¿Estás de acuerdo con esto que acabo de escribir?  ¿Verdad que los antecedentes merecen prever futuros comportamientos?

Para poder contarte la sorpresa que causó este escrito, es necesario que divida a las personas en dos grupos. Obviamente hay sus puntos intermedios, pero me referiré a los extremos para hacer gráfica la explicación.

Por un lado hay gente muy, pero muy confiables e integras. A este grupo es donde yo quisiera pertenecer. En mi primer libro www.TodosSomosLideres.com los describo muy bien e incluso menciono nombres de personas que han marcado mi vida con su ejemplo. Yo les he dicho que quisiera que algún día alguien pensara de mí como yo pienso de ellos.

Desde esa decisión de vida, he ido acuñando varias frases que uso como referencia de mi pensamiento y que las he publicado en twitter. Algunas de ellas:

– Prefiero pasar un mal rato de vez en cuando por confiar demasiado que vivir atormentado al no poder confiar en nadie.

– Asumo que todo ser humano es digno de confianza hasta que demuestre reiteradamente que no lo es.

– Vivir en la desconfianza es vivir en permanente miedo al otro; de hecho, para muchos, desconfianza y miedo son lo mismo.

– ¿Qué tan lejos puedo llegar si no corro el riesgo de confiar en la gente que está a mi lado?

– Los beneficios de rodearte de gente confiable justifica todo el esfuerzo por aprender a hacerlo.

– Presumir que el otro no es confiable es una falta de respeto y cierra posibilidades de acción conjunta.

Como verás, somos del tipo de persona que está en el extremo de ser confiables por encima de todo y, sobre todo, de confiar en la gente.

Pero resulta que hay otro tipo de persona que tienen la decisión de desconfiar de la gente y toman todas las medidas de protección antes que le hagan daño. Es el tipo de personas que crecieron con la idea fija de no hablar con extraños y andan con permanentes alertas y miedos. Tienen por delante la idea que la gente es mala o propensa a serlo. Los mensajes que he publicado en twitter y que expresan este tipo de personas son:

– Vivir en la desconfianza es asumir que la gente busca hacernos mal y por lo tanto tenemos que cuidarnos de ellas.

– Hay gente que no podrán llegar lejos porque se niegan la posibilidad de tener gente confiable a su lado.

– Cuando vivimos en la desconfianza todos están bajo sospecha y esto nos coloca en un alerta permanente.

– El control es el disfraz de la desconfianza.

– La desconfianza nos impide soltar responsabilidades y ponerlas en manos de otros.

– Desconfiado: “Para que las cosas salgan bien, tienes que hacerlas tu mismo”.

– En un mundo donde se nos premia por y para tener el control de las situaciones y de la gente, no se puede tener ni confianza ni paciencia.

Agradezco a esta persona que manifestó que yo no le era confiable porque me puso a pensar en todo esto y compartirlo contigo. Espero que te sea tan útil como a mí me ha sido.

Concluyo y resumo, cuidaré ser confiable y también cuidaré de no tachar como desconfiable al que me falle en algún momento sin darle el chance de recuperarse.

¿Qué piensas tú? Déjame tu comentario aquí en el espacio de más abajo, sabes que los respondo todos.